Iglesia de San Esteban

Dentro del casco urbano se localiza la iglesia de San Esteban, antigua construcción protogótica de 1200 que sufrió una importante transformación a mediados del siglo XVI. Esta le confirió el actual aspecto gótico-renacentista. Del templo medieval, permanece la planta de amplia nave de dos tramos y profunda cabecera poligonal. En alzado tanto las finas columnillas del ábside como los soportes del arco triunfal con la columna central y dos más pequeñas acodilladas corresponden a la iglesia primitiva. Por el contrario la cubierta, de terceletes sobre la nave y estrellada en la capilla mayor, al igual que las ménsulas con bolas Reyes Católicos es producto de la reforma del siglo XVI.

A comienzos de la siguiente centuria se inició una nueva fase constructiva con el levantamiento del coro y la sacristía. La portada del templo constituye un testigo más de la fábrica medieval; está formada por un arco apuntado que abocina en seis arquivoltas, sucediéndose de forma alternativa las lisas y las decoradas. Las arquivoltas apoyan en columnas con capiteles vegetales, muy esquemáticos, sobre los que se dispone a manera de cimacio una imposta corrida.

En el 1549 comienza la construcción de uno de los retablos más importantes de la época: El retablo mayor de San Esteban. Al parecer, el retablo lo mandó construir el Duque de Nájera Juan Esteban que era un visitante habitual de la zona. El escultor fue Andrés de Araoz con la colaboración de Arnao de Bruselas, célebre entallador flamenco. La última hija del maestre Andrés de Araoz nació en Genevilla el día 2 de febrero de 1559 con el nombre de María Sebastiana. Hay constancia de apadrinamiento en cuatro partidas de bautismo.

Debió de ser decisiva la localización de  Genevilla arropada por los montes de Celagüa y Mondaliendres, con densos montes de encinas, quejigos, robles, hayas, álamos y nogales para la construcción del retablo. Por eso en este retablo se empleó madera de cerezo en las arquitecturas, roble en las cajas y nogal en las imágenes.

Diferentes valoraciones lo han caracterizado como uno de los más singulares de Navarra, y aún de la Península.

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